“Dulce Jesús Mío, mira con piedad, un alma he perdido por culpa inmortal” versa unas de las coplas de muerte que cantan los atacameños en nuestras comunidades indígenas para la celebración del Día de Todos los Santos y de los Muertos. 1 y 2 de Noviembre respectivamente. A pocos días, de que esta celebración se realice en todo el país, bien vale la pena conocer un poco la cosmovisión atacameña respecto al tema de la muerte y más aun sobre los ritos, costumbres y tradiciones que se realizan entorno a los días de conmemoración.
Los preparativos, se inician 3 días antes, donde las familias atacameñas comienzan a preparar las ofrendas para los difuntos. Se cree que ellos aun necesitan algunos elementos de la tierra material, como comida, bebestibles, entre otros. En este contexto se hornea por ejemplo pan dulce y salado.
Asimismo, se prepara una mesa donde serán dejadas estas ofrendas. En el caso de Ayquina, la mesa lleva un mantel negro en señal de luto, en San Pedro de Atacama es blanco, además sobre ella se deja un arco verde, en señal que allí existe una puerta de acceso a las almas que aquel día son libres. En esa oportunidad llegan todas las almas a la mesa.
Según las tradiciones dicho arco debe ser puesto antes de las 12 del día primero de noviembre. En cuanto a los panes, es importante manifestar que estos tienen forma de escaleras, perros, entre otros animales, estos últimos ayudan a cruzar un río que separa los dos mundos.
La comunidad visita cada una de estas mesas de ofrendas, que se han instalados al interior de los hogares, el recorrido se inicia por donde se recuerda al alma más nueva y el día retorna al lugar en que comenzó. Son consideras almas nuevas aquellas que llevan menos de 3 años de muerte.
En cuanto a la conmemoración como tal, aquel día se realiza un rito muy similar a un pago. El waki en esta ocasión se lleva a cabo con un solo cántaro de greda y únicamente se introducen las ofrendas con la mano izquierda que simboliza el contacto con el alma (se debe destacar que en los pagos la derecha se relaciona con los abuelos y la pachamama). El waki aquel día recibirá parte del vino, bebidas, pan dulce y salado y todas aquellas cosas que la familia quiera llevarle como ofrenda a sus muertos.
Finalmente, el contenido del waki será quemado puesto que el fuego es el canal para llegar a las almas. Con estas tradiciones se ayuda a descanar a las almas de los difuntos en paz.
Importante es destacar que este conjunto de costumbres tiene algunas variantes dependiendo de cada pueblo pero que en todos ellos representa una oportunidad para recordar, agradecer y pedir por las almas de quienes han dejado el mundo terrenal.
Por otra parte aún en Calama no serán pocos los hogares que tendrán en alguna habitación una de estas mesas. Si usted no ha compartido esta experiencia le aseguro que estar frente a una de ellas le resultará realmente sobrecogedor, un espacio único donde se puede llegar a sentir la presencia de las almas e invita a la reflexión.